Obra de Jesús Nazareno de Nerva.
El Carisma de la Madre Luisa Sosa Fontenla
Es muy bonito ver cómo Jesús Nazareno puso sus ojos en el pueblo de Nerva y se le conmovieron las entrañas al ver tanto . Él quiso cuidar a los enfermos y a las ancianas, a través de la Madre , que se entregó en cuerpo y alma a esta misión.
Descubriremos también cuál es el verdadero carisma de la Madre Luisa: acercar a la humanidad sufriente a Jesús Nazareno. Ella fue un testigo excepcional que nos enseña cómo vivir el dolor y el sufrimiento con la fuerza de su divino Jesús Nazareno
CARISMA (2ª parte)
El Señor está cerca de los atribulados, cerquísima, y no abandona a los que sufren.
Este es el meollo del Carisma de la Madre Luisa, un mensaje de esperanza para el mundo actual, marcado intensamente por el dolor y el sufrimiento.
"Vi .....una Imagen de Jesús Nazareno con la Cruz a cuestas. Muy cerca de mí,
quedaría mi cabeza al nivel de Su Cintura, pero cerquísima, cerquísima. Me
parecía una imagen muy hermosa y apacible..."
Extraído del Origen de la Obra, pág- 16-17
“Almas enamoradas de Cristo, grabando en nuestras almas la imagen del Divino Nazareno”.
“Queremos llevar un poco de consuelo a las almas atribuladas, para que éstas, agradecidas, vuelvan sus ojos a Dios y lo amen y se conviertan”.
“Estamos dedicadas totalmente a la asistencia corporal y espiritual de nuestras ancianas acogidas, con el deseo de que nuestra casa tenga para ellas sabor de hogar”.
(Del "Origen de la Obra de Jesús Nazareno")
Tríptico
D. Juan Ordóñez solicitó a la Madre Luisa que escribiese un tríptico resumiendo el carisma de la Obra de Jesús Nazareno. Este fue el resultado, aunque en aquel momento no llegó a editarse ni se divulgó.
"Consiste esta Obra en una comunidad de Hermanas en la que se juntan la vida contemplativa y la vida activa.
Se proponen, como fin primario y principal, buscar sin cesar la mayor honra de Dios y la santificación de sus miembros mediante la guarda de los tres votos simples de Obediencia, Castidad y Pobreza, y por la observancia fiel de sus Estatutos.
Y como fin secundario promover, con el auxilio de la Divina Gracia, la salvación de las almas, principalmente en las clases menesterosas, por medio del ejercicio de la caridad con el prójimo".
INTRODUCCIÓN DE LOS TESTIMONIOS DE LA COMUNIDAD
Conscientes, después de la muerte de la Madre Luisa, del gran caudal espiritual que había quedado en nuestras manos, y por otra parte teniendo nosotras una vida tan escondida, estábamos preocupadas por la manera de darlo a conocer. Así nos ha parecido mejor dejarlo por escrito y que el Espíritu Santo, en el momento y de la manera que quiera lo dé a conocer.
Podríamos resumir el Carisma de la Madre como un “buscar en todo la Mayor Honra y Gloria de Dios y reparar las ingratitudes, injusticias,indiferencia y olvidos del mundo para con Dios”.
Es un mensaje a la humanidad doliente, para que la gente que sufre no lo haga en soledad ni desesperación, sino que unan sus sufrimientos a los de Jesús Nazareno. Él espera que la gente se acerque a Él, piense en Él,confíe en Él. Quiere ayudar, Él mismo, a través de la Eucaristía, a las personas que sufren, confortándolas y haciéndolas fuertes ante el dolor.
Este es el mensaje: Jesús nos quiere, Jesús quiere sufrir con nosotros, Jesús quiere ayudarnos, para que, unidos a Él, el mundo comprenda el bondadoso rostro de Dios y no se escandalice ante los sufrimientos y los males del mundo.
Hemos escrito doce testimonios, que os presentamos a continuación, con los siguientes temas: el sufrimiento, preparar para el Cielo, la Stma. Trinidad, la Virgen, la Eucaristía, la humildad, la pobreza, la modestia, la paciencia y mansedumbre, el perdón, la caridad y Cristo Rey.
Testimonio de la Comunidad (I): El sufrimiento
Ante una enferma: “Sufría con ella, lloraba con ella, y a veces, comprendiendo el valor redentor del dolor…creo que la envidié sinceramente".
Creo que es un sentimiento general de repulsa lo que siente todo el mundo ante el sufrimiento. Es algo que nadie se puede quitar de encima, nos levantamos cada mañana y lo sentimos y presentimos a nuestro alrededor. Luchamos por quitárnoslo de encima, y cuando no podemos, lo toleramos de mala gana. La gente incluso prefiere matar a la gente para quitar el sufrimiento.
Pues cuando alguien lee el principio de este escrito: "Sufría con ella… y creo que la envidié sinceramente”, y cuando además se ha vivido al lado de esta persona y sabe que lo que dice es totalmente cierto, y que además
esta persona lo ha trasmitido a su alrededor, y que ha habido personas que, por ella, lo han experimentado de esta manera, se llega a la conclusión de que el camino marcado por la Madre Luisa tras la huella de Jesús Nazareno cayéndose y levantándose, a oscuras, en completa soledad, olvidado y despreciado de todos, es el camino de la realeza de Jesucristo, el poder sobre las pasiones y todos los males del mundo.
Y la manera fácil de seguir este Camino es “Vivir unidos a Jesús Nazareno, debemos amarlo con todas nuestras fuerzas… acompañarlo de forma especial… Él se conforma con poco…”
Mensaje espectacular que lanza la Madre Luisa a la humanidad doliente: En Jesús Nazareno la fortaleza, la seguridad, la alegría, la esperanza….
Testimonio de la Comunidad (II): preparar para el Cielo
Siempre estuvo en el corazón de la Madre el preparar a los enfermos para el momento de la muerte. Esta es una de las aportaciones más grandes en el carisma de la Madre.
El llegar a comprender el valor redentor del sufrimiento, vivido al lado de Jesús Nazareno, la hizo envidiar el sufrimiento ajeno. Esta aceptación producía una paz en su alma que se derramaba sobre los demás, hizo que las ancianas que han vivido en esta Casa murieran en paz.
Realmente es lo más importante para un moribundo, estar en paz, no rodeado de comodidades y de familiares y de innumerables cosas buenas más, no, lo importante es que estén en paz con Dios.
Nos decía la hija de una anciana que no entendía el cambio que había dado su madre, una persona con carácter muy fuerte, peleando siempre con todo el mundo y no dejando vivir a nadie. Y ahora, sin precisar tratamiento, su expresión fue “como si la hubieran rociado de agua bendita”. Esta serenidad en los moribundos repercute en los familiares uniéndolos entre sí. Y esta es la mejor preparación para una buena muerte.
Esta es la impronta que la Madre nos ha dejado, el sentirnos siempre inclinadas a atender a los más desfavorecidos, aunque sean grandes sufrimientos en nuestras vidas, y vivir todo esto con gran paz y alegría.
Testimonio de la Comunidad (III): La Stma. Trinidad
Mantuvo la Madre unas relaciones profundísimas y personalísimas con cada una de las Personas de la Santísima Trinidad.
Con el Padre: nos decía (en intimidad) muchas veces, que ella quería mucho al Padre, llegaba a decir estoy como loca con el Padre, y esta relación, con la Primera Persona de la Santísima Trinidad, la hizo ser un reflejo de la Bondad Divina. Llegó a ser su reflejo, su mirada, su voz, sus palabras, su continente… todo llegó a ser en ella reflejo de la bondad del Padre, y cada persona se sentía amada por ella, como cada persona puede ser amada por Dios.
Con el Hijo: fue el guía de su vida, su única luz, su fortaleza, su única imagen a seguir, por Él lo superó todo, una vida llena de sacrificios y privaciones, dedicando todos sus esfuerzos a los más débiles. Mirando siempre la Bendita Imagen del Nazareno llegó a sentir verdadera predilección por todas las debilidades humanas.
Con el Espíritu Santo: siempre estuvo unida a Él, lo invocaba en todas las acciones que emprendía, se lamentaba y dolía de la indiferencia general del mundo, hacia la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, y trataba de reparar esta situación, con fervientes oraciones diarias. Durante toda su vida preparó con mucho fervor la novena de Pentecostés.
Rezaba diariamente el Trisagio a la Santísima Trinidad a las tres de la madrugada, porque decía que a estas horas se pecaba mucho y ella quería
reparar. El rezo diario de esta oración nos lo ha dejado en nuestras Reglas de régimen interno.
Todas hemos sido testigos de estas cosas, y hemos participado de estas vivencias, que nos han enriquecido espiritualmente y que han sido la causa de que sacara, de nosotras y de todas las personas con las que se relacionaba, lo mejor de sí mismas.
Testimonio de la Comunidad (IV): La Virgen
¿Cómo se podría expresar con palabras, sin dañar el contenido de una relación tan profunda entre una Madre y una Hija? Si pensamos en relaciones normales entre madres e hijas la imagen queda muy desvirtuada. No, este contacto es mucho más profundo, afecta a las profundidades de las almas, donde dos personas llegan a fundirse. Esto creemos es algo más cercano a lo que queremos transcribir.
Cuánto amor sintió la Madre Luisa por su Madre del Cielo, cómo llegó a ser un reflejo de Ella, compartía sus gustos, sus sufrimientos, sus desvelos, la tenía presente siempre invocándola constantemente, qué legado nos dejó tan bueno con el rezo diario de las tres partes del Rosario, cómo fue fiel a esta práctica hasta el final de sus días, cuando rezaba las cuatro partes del Rosario y si por motivos de enfermedad no podía ni rezar, llegaba a decirnos, que se lo grabáramos y así lo rezaba.
Escribió poesías muy bellas a su querida Madre del Cielo, ella se sentía realmente como una niñita en brazos de su madre y en esta confianza vivía y lo transmitía.
Esta estrecha unión con su querida Madre del Cielo la rodeó de una pureza y un candor desconocidos. Ya muy mayor se tenía la impresión, al estar con ella, de sentir el candor de los niños muy pequeños.
Estas cosas parecen irreales pero ¡¡las hemos vivido!! Son imágenes reales que han quedado impresas en las profundidades de nuestra alma y nos han dejado marcadas para siempre.
Testimonio de la Comunidad (V): La Eucaristía
Haber sido testigos, durante tantos años, de la actitud de adoración reverente que mantenía la Madre Luisa ante el Santísimo, es difícil de explicar. Para ella no había nada de más valor en el mundo, toda su vida giraba alrededor de la Eucaristía. Pasaba horas delante del Santísimo Sacramentado, mantenía un diálogo amoroso ante Él constante, y era bonito contemplarla en sus dulces coloquios con el Señor.
En 1939 cuando en esta pueblo había tanto dolor, tanta enfermedad, hambre y miseria, el Señor, dolido por esta situación, quiso atender personalmente a estas pobres personas que tanto estaban sufriendo. Así puso en el corazón de la Madre Luisa la inquietud por atenderlos, y ella fue el conducto directo para llevar la Eucaristía a los enfermos. La primera vez que salió el Viático en este pueblo fue para ir a la casa de un moribundo, y la misma Madre Luisa nos cuenta, en su escrito sobre el Origen de la Obra, con cuánto amor y detalle prepararon esta salida.
Más tarde, cuando la situación del pueblo mejoró, el Señor volvió sus ojos misericordiosos hacia la población más desfavorecida y vulnerable de aquel momento: las ancianas. Pidió a la Madre que dedicara toda su vida al cuidado de ellas, y así Él podía cuidarlas, a través de ella, directamente, y así fue.
Esta ha sido la misión de la Madre Luisa: dejarse guiar por Dios, para que Él directamente pudiera atender a los predilectos de su Corazón.
Este es el legado que nos ha dejado la Madre a sus hijas, esta es nuestra misión, acercar a las almas a Jesús Sacramentado para que Él las pueda consolar.
Y llegamos al carisma de la Madre Luisa: Llevar la bendita imagen de Jesús doliente a la humanidad sufriente, y a través del Sacramento de la Eucaristía, consolar Él mismo en persona a los que sufren.
Testimonio de la Comunidad (VI): La humildad
Si lo más importante de un edificio son los cimientos, eso mismo ocurre con la humildad con respecto a la vida espiritual. O sea, mientras más humilde es una persona, más profunda es su vida espiritual.
La medida de la humildad la da la cercanía del alma con Dios. Es lo mismo que los objetos, que si están más cerca de la luz, se ven con más claridad. La Luz Divina muestra al alma toda su realidad, pero sin turbarla.
Además, enseña al alma que la posee el verdadero valor de todas las criaturas.
Esto es justamente lo que hemos percibido, durante todos estos años, de la Madre Luisa. Estaba convencida de que ella era una gran pecadora.
Nosotras notábamos que la gente no entendía por qué decía esto, sin embargo nosotras sabíamos que lo sentía realmente, de ahí su actitud ante los enfermos, indigentes etc. de besarle los pies. Ella sabía perfectamente el valor que estas personas tienen delante del Señor, y así los trataba siempre como personas superiores.
Aunque fue una persona elegida por el Señor para una misión especial, nunca se consideró más que las demás, y las experiencias extraordinarias que mantuvo con el Señor, siempre las tuvo ocultas. No hizo alarde de ellas, ni siquiera a sus superiores, solo las manifestaba en las confesiones, y a las pocas personas que sabían algo les prohibía decirlas.
A pesar de ser la Superiora, nunca imponía sus criterios (aunque era la elegida del Señor). Si no eran bien acogidos, desistía, aunque sabía que tenía razón, pero no se enfadaba ni perdía la paz.
Otro rasgo extraordinario de la Madre era su dignidad, nunca reñida con su humildad. Cómo se puede mantener tanta dignidad en su continente, acciones, su manera de desenvolverse...¡¡sin ser soberbia!! ¡¡Pues lo consiguió!! ¡¡Y somos testigos de que lo consiguió!!
Testimonio de la Comunidad (VII): La pobreza
¿En dónde nace la verdadera pobreza de espíritu? La verdadera pobreza de espíritu nace en el corazón de Dios Padre. Tenemos a Jesucristo, el modelo más perfecto y acabado, nacido del corazón del Padre. Tenemos muchos a lo largo de la historia de la iglesia y entre estos casos está la Madre Luisa.
Vivió su adolescencia y juventud marcada por la situación miserable y dura de aquellos tiempos. Se sintió atrapada en ese ambiente, que no le correspondía, pero no solo quiso ayudar a todos los menesterosos, sino que
quiso ser uno de ellos. Mendigó de puerta en puerta, para sentir lo que sentían los pobres, y mendigó, no para ella, sino para poder dar a los necesitados. Vivieron en una casa ruinosa, apuntalada, sin tener nada para
comer ellas, y todo esto durante quince años. Y todavía notamos ese aire de nostalgia que ella sintió (como ella nos cuenta en sus escritos) cuando tuvieron que trasladarse a la nueva casa.
Esto es tocar, nuevamente la Realeza de Jesucristo. Su Soberano Poder sobre los bienes y deleites del mundo.
Más tarde la situación económica mejoró, pero ella siguió siendo el conducto de los bienes del Señor para los demás, daba a los necesitados materialmente y a los necesitados moralmente. Era el caso de ancianas y
otras personas a las que ella les dejaba sus pensiones porque era un bien mayor para sus almas.
Esta actitud de ella no siempre fue entendida y muchas veces fue criticada y algunas personas han llegado a escandalizarse, e incluso nos han retirado sus ayudas. Pero todo esto no importaba, solo buscaba la mayor
honra de Dios y el bien de las almas.
Y todo esto:
“Sin otra luz ni guía
Que la que del corazón salía”.
Testimonio de la Comunidad (VIII): La modestia
Hay algo en el exterior de cada persona que nos da un poco la talla de lo que puede ser cada uno. Por ejemplo decimos: esa persona tiene porte o tiene clase, o directamente: esa persona tiene algo que no me gusta.
Ese cúmulo de sensaciones, normalmente, nos muestran el interior de las personas. Hay algo muy bonito de Sta. Teresa de Jesús que decía que el Señor no necesita gente armada de acompañamiento para saberse quien es, que con sola su persona se ve lo que es.
Y todo esto es porque las cosas espirituales y morales repercuten en el exterior, como hemos dicho antes. Así cuando una persona ha sido mortificada, humilde, candorosa, portadora de paz, con igualdad de carácter,
etc. Su continente exterior asume un porte digno difícil de igualar.
Pues esto que describimos es lo que hemos visto en la Madre Luisa, que poseía una profunda vida interior, siempre guardaba sus sentidos preservándolos de cosas frívolas y de pérdidas de tiempo. Pero no por eso dejaba de ser una persona encantadora, de trato dulce y considerado y que (según decía todo el mundo) irradiaba mucha paz.
Benditas personas que pueden aportar al mundo, a veces tan grosero, este toque mágico que hacen sentir a las personas que las rodean la presencia Divina tan deseada y tan rara de encontrar.
Este es nuestro testimonio, no de unos días, meses o años; no, es el testimonio de toda una vida a su lado, conviviendo año tras año, compartiendo una vida de dificultades, trabajos, sufrimientos y muchas
penalidades, y podemos decir ¡¡Qué benditos años compartidos con ella!!
Testimonio de la Comunidad (IX): La paciencia y la mansedumbre
Podríamos decir que la paciencia y la mansedumbre son dos virtudes gemelas, si en una persona existe una de ellas, también existe la otra con el mismo grado e intensidad. Además, estas dos virtudes hacen de termómetro, o sea, nos dicen el grado de virtud que tiene una persona. Por ejemplo: una persona tiene fama de buena, o de santa, o incluso nos pueden
decir que ha hecho milagros; pues bien, si esa persona, en el día a día, no tiene paciencia, esos milagros no son de Dios.
Pues dicho todo esto, nos centramos en los últimos años de vida de la Madre Luisa.
Todos sabemos que cuando nos hacemos mayores, somos lo que hemos sido siempre, ya no hay cambios en nuestra vida, al contrario, los defectos se suelen agudizar más. Tratamos de mantener el tipo y la fama, pero podemos sentirnos frustrados.
Nada de estas cosas hemos visto en la Madre. A pesar de estar cada vez más debilitada por la edad, las enfermedades, la ceguera total, los problemas con la alimentación y con el descanso, nunca lograron
impacientarla.
Nunca perdió la paz, nunca buscó evasiones para distraerse; no, nunca se irritó con estas cosas. En el día a día seguía buscando la presencia de Dios, por encima de todo; con mirada serena atendía todos los problemas, que unidos a sus enfermedades, aparecían constantemente. Ante
esto era dulce ver como se preocupaba de los pequeños detalles del bienestar de las ancianas, si comían bien etc.
Unos seis o siete meses antes de morir, revisó con dos Hermanas de la Comunidad y por separado, toda la documentación de la Obra. Paranosotras fue un trabajo tedioso y aburrido, lo llevamos bien por darle gusto. Varios meses después de su muerte, nos han requerido documentos, que gracias a esta revisión hemos encontrado. ¡Cómo hemos valorado, a la vista
de esto, ese trabajo! ¡Y estaba ciega y con las manos inútiles y deformadas por la artritis reumatoide! ¡Dios mío cuántas molestias se tomó por dejarnos bien preparadas! ¡¡Cuánta paz!!¡¡Cuánta calma!! Sin decir nunca ¡¡basta!!
Testimonio de la Comunidad (X): El Perdón
Cómo expresar con palabras el ejemplo que nos dejó durante toda su vida. Desde jovencita, ella tuvo que aprender a perdonar a todos los que no comprendían que no era ella por puro capricho la que actuaba, sino que seguía esa llamada que interiormente la hacía actuar con los más necesitados.
Esto le atrajo muchas críticas, muchos ataques contra su persona, hasta desde el pulpito la llegaron a llamar “la mano negra del pueblo”. Pero jamás quiso dejarse influir por el rencor. Perdonó de tal manera a todas aquellas personas que se pusieron en contra e incluso la esperaron una vez en la camioneta que venía de Sevilla para acorralarla y prohibirle seguir con las obras de misericordia que estaba llenando el pueblo de Nerva, pero el Señor movió otros corazones que le avisaron y vino por otro conducto. Jamás dijo ni el nombre del sacerdote ni de las personas que secundaban esos ultrajes.
Hace poco hablando de estas cosas con una persona que había vivido de cerca estas actuaciones, nos dijo el nombre del párroco que había actuado de esa manera contra la madre. En cambio la madre Luisa jamás lo puso en evidencia. Cuando salía la conversación, decía: “¿para qué vamos a juzgar a nadie?, el Señor se vale de estas cosas para que seamos humildes y a nosotras no nos toca más que perdonar a aquellos que intentaron hacernos daño, lo demás le corresponde a Dios”.
Muchas veces fue incomprendida, fue el objeto de muchas críticas que le querían hacer desistir de que cumpliera los planes que DIOS había dispuesto.
Muchas personas dicen: “yo perdono, pero no olvido”. Cuán lejos del pensamiento de ella; para ella siempre fue perdón de corazón y de alma. A lo largo de su vida recibió grandes decepciones, a veces hasta de personas muy cercanas que incluso le debían grandes favores y hasta la misma “vida” y jamás se le oyó guardar el más mínimo rencor. Ella perdonaba y aconsejaba perdonar como hizo Jesucristo en la cruz: “PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN”.
Ella era como el padre de la parábola del hijo pródigo, o como me decía un día un sacerdote que a él le gustaba más llamarla parábola del padre misericordioso. Siempre pedía perdón, pensando que había molestado en algo, no concebía albergar en su corazón lo más mínimo contrario al querer de Dios. Pero había otro perdón más importante para ella: recibir el perdón de Dios. Siempre haciéndose examen por si algo turbaba la acción del Nazareno sobre su alma. La confesión de sus pecados, que siempre pensaba que eran muchos, le atraía una paz enorme, no le importaba otra cosa para su alma que estar en paz con Dios, solo así se sentía aliviada. !!La confesión!! en ella derramaba todo su ser y abría su alma para poder sentirse perdonada por el Señor. De aquí su perdón para todos.
Testimonio de la Comunidad (XI): La Caridad
Se puede decir que la Madre Luisa fue un testimonio del amor o la Bondad de Dios Padre.
El vivir tantos años con ella ha dejado una impronta en nuestras almas, por la que hemos conocido más directamente, la Bondad de Dios.
Hemos llegado a ver, en la Madre, esa donación continua para reparar la injusticia del mundo ante el Bondadoso Dios. Eso le dolía hasta el fondo del alma, para ella no había sufrimiento mayor, y así era incansable; aunque físicamente no tenía fuerzas, quiso resistir y resistió, como un yunque.
¡Quería hacerlo y lo hizo! Buscó sin cesar la Mayor Honra y Gloria de Dios amando sin medida, dándose sin medida, uniendo sus pasos a Jesús Nazareno y de esta manera consiguió el olvido de sí misma, en grados insospechados.
Para esto nació esta Obra y la Madre fue fiel a su misión. Esperamos que si alguien lee estas pobres líneas, pidan por esta Comunidad, para que podamos cumplir con fidelidad la tarea que se nos ha encomendado.
Testimonio de la Comunidad (XII): Cristo Rey
“No se mueve la hoja del árbol sin la voluntad de Dios”
Esta frase tan de la Madre Luisa es la que nos repetimos ante el hecho de que la Madre muriera la víspera de Cristo Rey.
Reinado de Cristo sobre el mundo: No tuvo poder el mundo contra Él. El poder y el dinero del mundo, así como todos los deleites y comodidades, estuvieron sometidos a este Rey Soberano, que fue verdadero Dios y verdadero hombre, con un cuerpo humano vulnerable como el nuestro.
Reinado de Cristo sobre el demonio: El poder del mal no tiene dominio contra el bien. El Bondadoso Dios permite el mal para no lesionar nuestra libertad, pero con su infinito Poder transforma el mal en bien. Dichosas las almas que llegan a darse cuenta y a percibir la mano de Dios en todas las cosas cambiando el mal en bien.
Reinado sobre la carne: Poder absoluto también sobre la carne, que le estuvo sometida con todas sus pasiones, y crucificándola, pagó el rescate por tantas personas que viven esclavas de ella. El mayor triunfo de satanás ha sido que la gente no vea que puede llegar a ser un vicio tanto o más peligroso que la droga, el alcohol, etc.
¡¡Cuántas personas atadas y esclavas de esta pasión!!
El camino del Reinado de Cristo es la Cruz. Cristo reinó desde la Cruz. Este es el camino que siguió la Madre Luisa, tras las Huellas de Jesucristo Nazareno, no hay otro camino.
¡¡VIVA CRISTO REY!!
¿Quién puede apartarnos del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, el peligro, la espada? Mas en todas estas cosas vencemos por aquel que nos amó. (S. Pablo, Romanos 8, 35-37)